ASPECTOS TEÓRICOS.
CORAZÓN TEÓRICO DE LA COSMOGONÍA.
Cabe entonces realizar
una mención a cierta terminología egipcia que hace referencia a aspectos bien
abstractos, pero que constituyen el corazón de toda concepción cosmogónica y
por supuesto también del sistema hermopolitano. Según la idea egipcia, el
cosmos no había surgido de la ‘’nada’’, sino del ‘’Uno’’, de la unidad
primordial indiferenciada, a la que también se regresa al final del tiempo.
Este ‘’Uno’’ o unidad primordial no es la gravitación o fuerza opuesta que
amenaza a su curso cíclico con la irreversibilidad y la entropía. Esto es más
bien la nada, concepto curioso, que vemos que los egipcios conciben a partir de
la materialidad y no como una antítesis de la misma. Esta distinción primordial
ha quedado ocultada en la terminología de la historia de las religiones por la
inflación del uso de la palabra ‘’caos’’. Los egipcios eran muy precisos al
respecto. Aluden de manera repetida en todos sus sistemas cosmogónicos al
surgimiento del mundo del Nun, el agua original o Caos extramundano. El
demiurgo, sea cual sea, dependiendo del sistema al que hagamos referencia (Ra,
Shu o la propia ogdóada en Hermópolis) repetía la cosmogonía de la Primera Vez
al ascender cada mañana sobre el agua original. Así es el misterio egipcio del
tiempo cíclico y de la renovación. El caos extramundano, contra cuya
gravitación hacia la entropía el demiurgo ha establecido el tiempo cíclico, y
con él, la renovación del cosmos, adquiere en la visión egipcia del mundo la forma
de una monstruosa serpiente que amenaza con beberse el agua original. Existe
esa concepción binaria de caos, uno extramundano que amenaza con destruir la
realidad, tanto la presente como la anterior y posterior al inicio de los
tiempos, y el caos intramundano que sostiene el mecanismo cíclico que a su vez
mantiene la estabilidad en el cosmos, con la renovación diaria de la pertinente
cosmogonía.
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